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Detox de Dopamina

Vivimos en un mundo que nos empuja a querer siempre más. Más estímulos, más velocidad, más placer inmediato. Buscamos dopamina —esa molécula que nos hace sentir bien— en lugares que nos dejan vacíos a largo plazo: redes sociales, likes, compras impulsivas, comida chatarra, videojuegos, televisión. Es dopamina rápida y barata. Nos da un subidón… pero al rato, nos sentimos peor que antes.


En medio de esa sobre estimulación constante, olvidamos que también existe la dopamina real. La que se activa cuando ves un atardecer, hueles una flor, lees un libro que te conmueve, o simplemente respiras y estás presente. La dopamina que no grita, pero que permanece.


Además, esta misma sociedad nos dice que siempre tenemos que estar “bien”. Si estás triste, ansioso o confundido, inmediatamente te preguntan qué te pasa. Como si no fuera parte natural de la vida tener altibajos, momentos incómodos o inciertos. Nos enseñaron a huir del dolor y a correr hacia el placer. Acabo de terminar de leer un libro que me encantó y te lo quiero compartir. La Dra. Anna Lembke en su libro Dopamine Nation (o Generación Dopamina en español), explica que la vida es una balanza: si no permites que exista el dolor, tampoco puedes saborear plenamente el placer. Y cuando vives solo persiguiendo placer, te vuelves insaciable. Nunca es suficiente.


En el libro, Lembke comparte una historia de su vida real que me impactó. Que hace unos años antes de una entrevista importante sintió mucha ansiedad y pensó: “Dios que esto termine ya”. No quería experimentar la incomodidad de exponerse… ¿A quién no le ha pasado? A veces incluso en los momentos que más hemos deseado, también aparece el miedo. Pero ella dice que transformó ese pensamiento al preguntarse esto : “¿Y qué tal, si esta fuera mi última entrevista y mañana muero?”. Esa simple pregunta cambió todo. Dejó de querer que todo pasara rápido y comenzó a preguntarse: “¿Qué puedo aprender de esto? ¿Qué quiero dejar aquí en esta entrevista para la gente que la verá?”.

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Cuando recordamos que la vida tiene un fin, cada instante cobra valor. Incluso los incómodos. Incluso los que no sabemos manejar del todo.


La adicción moderna muchas veces se resume en un patrón repetido: sobreconsumo, culpa, aislamiento… y vuelta a empezar. Pero también existe otra opción. 1)La honestidad radical. 2)El detox consciente. 3)Volver al cuerpo, al momento presente, a lo real. A lo que sí nos nutre.


La vida no es solo lo bonito. También es incertidumbre, ansiedad, incomodidad. Pero si decidimos no huir, si nos quedamos y la atravesamos con presencia, podemos descubrir belleza incluso en medio del caos. Y quizás ahí, en esa presencia profunda, esté la dopamina más poderosa de todas: la de estar vivos. Dopamina real: el arte de volver a lo simple… Si mañana quisieras empezar un detox de dopamina, no necesitas irte a una cabaña en el bosque ni borrar todas tus redes. (Yo la verdad lo hago dos veces al mes … y confirmo que la naturaleza es el mejor detox).

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Pero también basta con elegir una conducta adictiva o compulsiva —esa a la que recurres para evitar sentirte incómodo— y pausarla por 24 horas. Puede ser el celular, el azúcar, las compras online o las series. Durante ese día, observa qué emociones aparecen sin juicio. ¿Ansiedad? ¿Aburrimiento? ¿Vacío? Es normal. Justo ahí empieza el reset de tu cerebro. Según Lembke, al dejar de sobreestimularnos, el sistema dopaminérgico se recalibra. Y en unos días, lo que antes te parecía aburrido —leer, caminar, cocinar— empieza a sentirse gratificante otra vez. Es un acto de valentía: dejar de huir, y volver a sentir.


¿Qué vas a ganar con esto? Más claridad mental. Más energía. Menos ansiedad. Más conexión contigo y con lo que verdaderamente importa. Empezarás a disfrutar de nuevo las pequeñas cosas, y te sentirás más presente, más en paz… más tú.


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